Yo doy mis pasos con mi amiga “Escle”

 

Soy Elena Bermejo Martins, enfermera y profesora de la Facultad de Enfermería en la Universidad de Navarra. Recibí el diagnóstico de esclerosis múltiple hace 4 años.

Cuando empecé con mi amiga “Escle” – así me gusta llamarla, porque debemos cuidarla como amiga si queremos vivir con ella lo mejor posible- me costó descubrir la enseñanza de vida que traería consigo su diagnóstico.

Gracias a todo el apoyo que recibí y a las ganas de superación y lucha que mi propia profesión me había enseñado de la mano de mis pacientes, fui capaz de empezar a abrazar su presencia y a comprometerme con nuevas formas de cuidarme y vivir con ella.

Al principio, las secuelas que me había dejado ese primer brote, que afectó a ambas piernas, hacía que con el mínimo aumento de temperatura en mi cuerpo, volviera esa sensación incómoda de hormigueo y pinchazos que me dificultaba andar con normalidad.

Pronto, esa misma sensación, que volvía ante cualquier ejercicio intenso o situación de estrés que experimentaba, se convirtió en mi propia señal interna que me recordaba “voy contigo”, y eso me llevaba a bajar la intensidad y buscar la forma de conseguir recuperar la estabilidad y la relajación. Al fin y al cabo, mucho de lo que trata esta enfermedad es de tener un sistema nervioso un “poquito” más delicado, al que tenemos que tratar con mucho mimo y respeto.

En estos cuatro años he cambiado mi estilo de vida hacia hábitos que permiten convivir mejor con la enfermedad, e incluso incidir en una mejor progresión de la misma.

Estos cambios los he podido llevar a cabo gracias al programa OMS “Overcoming Multiple Sclerosis” cuyas recomendaciones basadas en la evidencia entorno al papel de la alimentación (las grasas saturadas especialmente), la suplementación con vitamina D y omega 3 de calidad, junto con una adecuada actividad física y gestión del estrés, considero han sido clave a la hora de mantenerme estable. Este programa no se encuentra disponible en español, pero es una herramienta que recomiendo a cualquier persona recién diagnosticada o con años de evolución.

Hoy día, la enfermedad no solo no me impide hacer las cosas de las que disfrutaba antes, sino que me ha permitido vivir desde otro lugar y más plenamente. Sigo bailando swing, haciendo deporte, viajando, trabajando a tiempo completo e implicándome en multitud de actividades que me mantienen activa (titiritera en mi tiempo libre). Sin embargo, si bien es cierto que no he encontrado grandes limitaciones, si que he reducido “los excesos” en mi estilo de vida y a veces la fatiga me obliga a llevar todo de forma más pausada.

Los hormigueos con los cambios de temperatura cada vez son menos notables, pero me acompañan en cada paso que doy. Por ello decidí hacer de cada uno de estos pasos una buena razón y colaborar con la campaña “Yo Doy mis Pasos” de Fundación GAEM, para mí, una forma eficaz de dar a conocer la condición de las más de 55.000 personas afectadas, entre las que ahora me encuentro, y al mismo tiempo de animarlas a seguir dando sus pasos, cada una en la medida de sus posibilidades, en la vida. 

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