Me llamo Tona Mir y soy psicóloga vocacional, apasionada del estudio de la mente, las emociones y una persona a la que le fascina que las personas hagan más que “sobrevivir”.
El 7 de noviembre de 2018, mientras trabajaba, quise hacer una anotación a la persona que atendía: mi brazo no hacía lo que yo le ordenaba y me fue imposible escribir. Seguidamente fui a despedirme y, al levantarme, mi pierna derecha tampoco reaccionaba; de pronto iba arrastrándola. De un minuto a otro, tenía medio cuerpo con incapacidad para moverme con normalidad. Aquí es donde comenzó mi relación con la esclerosis múltiple.
En ese momento que no se olvida a nadie que convive con una enfermedad, el del diagnóstico, recuerdo que lo primero que dije fue (con bastante carácter, lágrimas en los ojos y con matiz de enfado con la vida): “¡No soy ni seré una esclerosis con patas. Soy Tona, tengo esclerosis pero no soy la esclerosis, soy mucho más!”.
A día de hoy, para mí esta enfermedad es una maestra de vida y un motor de transformación personal. No diré que me alegro de tenerla, pero sí agradezco todo lo que he cambiado y crecido gracias a ella.
Al principio te bombardean las palabras: crónica, neurodegenerativa y discapacidad. Poco a poco empiezas a aceptar. Empiezas a entender que tu vida no será ni mejor ni peor, tan solo diferente. Asumes que cada caso es único, que hay tantas esclerosis como personas y que las palabras; impredecible y adaptación formarán parte de tu vida (pero en realidad, ¿Qué vida no lo es?). Además, te das cuenta de que no estás solo. Aprendes a rodearte de personas brillantes y grupos que arrojan luz a todos los que transitamos por este camino de la esclerosis.
Entre ellos, me crucé causalmente con Yo doy mis pasos, una campaña que me transmitió “avanzar, investigar y apoyar” esta enfermedad de la que muchos somos protagonistas.
Por eso yo doy mis pasos, porque si hay algo que dependa de mí, que pueda contribuir a que nos acerquemos, paso a paso, a tener un mayor conocimiento de ella, lo haré.
¡Vive brillando!
